Sí, había dicho que no escribiría otra vez hasta tener avanzada la segunda parte del marco teórico, pero no pude resistirme (la verdad es porque pierdo fácilmente la capacidad de concentración), porque, acabo de escuchar el canta de un pájaro, igual de fuerte, igual de melodioso, igual de tierno, que hace 30 años atrás, cuando era un niño y hacía poco que nos habíamos mudado a esta casa de mis padres, que a pesar de mis 37, sigo ocupando con ellos.
Fue como una ráfaga de luz que iluminó no sólo mi pensamiento, llenándolo de recuerdos, sino también mi corazón. Cuántas cosas, cuanta felicidad, cuanta paciencia y lentitud en la vida, simple, franca, transparente, sin complicaciones ni cadenas; cadenas y máscaras que llegaron pocos años más tarde, luego de esa época maravillosa de la infancia, cuando junto a un jarro de leche de vaca con “choco presto”, en la ventana del comedor, al atardecer, mirando el espléndido huerto vecino, mi hermano imitaba ese cantar con una perfección asombrosa y que yo nunca jamás pude imitar. Mi hermano, travieso, tierno y compañero de aquellos años, cuando, muchas veces nos pudimos divertir y reír juntos… épocas que se perdieron luego. Aún me parecen tan estúpidos los motivos.Hacía tanto tiempo que no escuchaba esa melodía, esa que es un maravilloso estigma en mi mente y mi corazón. Ahora, sigo con el marco teórico.
1 comentario:
Siempre es bueno deternos a contemplar las cosas simples de la vida, y seguir trabajando.
Saludos
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