domingo, mayo 04, 2008

MI VACA


Han pasado varios meses desde la última vez que me aventuré a escribir algo aquí, es que realmente no estaba interesado en escribir nada por diferentes causas, pero la principal creo que fue “mi vieja vaca”. Sí, hace poco escuche una conferencia de motivación donde el ponente hacía referencia a “La Vaca” de Camilo Cruz.
Me asombró ver cómo la gente le prestaba atención y no creo que la mayoría de ese público haya escuchado por primera vez del tema, no, lo que pasa es que nos gusta tanto ser “ganaderos” que es imprescindible nos recuerden, por lo menos de vez en cuando, que hay otros oficios más productivos (ojo, estoy tratando de escribir metafóricamente. No tengo nada contra los ganaderos).
Volviendo a lo mío, dejé de escribir a causa de mi gran vaca, esa que se presenta tan desarrollada y lechera, que está casi permanentemente a mi lado y que, por ejemplo, me hizo dejar este pasatiempo que tanto bien me hace.
Me divertí mucho esa mañana en la conferencia, con cada ejemplo, cada metáfora, cada anécdota sonreía y me sobrecogía al mismo tiempo porque iba comprobando que quizá no tenía una, sino varias vacas en mi vida.
Al salir, caminaba arrepentido y entusiasmado. Lo primero porque, caray, hace falta que venga un desconocido a que me recuerde que dejar de ser ganadero depende solo de mí; lo segundo, porque ese desconocido, al mismo tiempo, me recordó que es solo mía la decisión de seguir al lado de mi vaca o safarme de una vez de ella (¡de ellas!).
Hace poco tiempo que estoy dedicándome a otro trabajo sin haber abandonado del todo mi antigua ocupación y estoy feliz. Tengo mucho que hacer, mucho que estudiar y trabajar, pero el entusiasmo no baja, no cesa, se mantiene; crece. Es un nuevo “estado vital”, nuevas exigencias que me han dado impulso, que me han hecho conocerme mejor, comprobar que si puedo hacer más cosas (muchas más). Esa mañana me sirvió para recordarme que a mis 37, falta mucho por hacer y vivir, por caminar, pero todo, absolutamente todo en ese camino, dependerá tan solo de mí. No sé si me logro explicar, es que estoy, sin embargo, medio asustado: tenemos el control, el mando de un espléndido automovil cuyo tanque de combustible se abastece tan sólo con nuestra decisión y voluntad... y el camino es largo.