martes, agosto 29, 2006

DEBEMOS SOÑAR


Hasta el momento no sé bien qué es lo que quiero escribir en este “modestísimo blog” (como calificaría Beto Ortiz al suyo, aunque no le veo nada de modesto). Hoy voy a intentar definir el contenido que debería darle al mío.
No sé, mi vida es un poco disfuncional (quizá muy disfuncional), entonces eso hace que se me haga difícil definir algunas de mis prioridades. De lo que pretendo convencerme es que si hago una “bitácora” para publicar en Internet, esta debe ser de interés de alguien en el mundo, que mis reflexiones le sirvan a alguien, que sea de utilidad.
Seguramente esta indecisión es un reflejo de mi vida misma, que hasta los 30 años (ya tengo 35) deambuló por diferentes caminos. Es la verdad, mi vida antes de los 30 es un gran limbo, no sabía lo que quería, no asumía el compromiso de escoger un camino en base a mis sueños, a mis gustos, a aquello que me pudiera hacer feliz y en ese orden hacer feliz a mi gente, porque en definitiva, una persona feliz irradia felicidad.
Desde que me acuerdo me gustaron las letras (lenguaje, literatura, historia, etc.) no fui bueno para las matemáticas, más bien no tenía la valentía de asumirlas, es decir, no tenía el valor para decir "si puedo con ellas, es necesario que pueda con ellas, no me van a vencer". Bueno, como me gustaban las letras, en aquellos años (1988 más o menos) eso significaba en Cajamarca, estudiar Derecho y lo “intenté”. Lo escribo entre comillas porque fue un intento literal, nada más que eso, muy poco pragmático, porque me dejé ganar por la holgazanería. Cuanta falta me hacía que alguien se diera cuenta que necesitaba un empuje, una persona que me ayudara a definir mis objetivos, a definirme a mi mismo, a descubrir quien era y que es lo que quería, pero no, esa persona no llegó nunca. Mis viejos, pues, como que estaban en la onda de “no presionar” o qué sé yo, de dejarme sólo y que haga lo que yo quisiera, pero ahí está el detalle, no se daban cuenta que no sabía lo que quería en realidad.
Bueno, como no lo logré en Trujillo (lo de estudiar Derecho), me fui a Lima, porque en esa época (ya 1989) estaba de mucha moda estudiar computación e informática, “para trabajar rápido en un Banco”. Aún me asombro de cómo pude cometer semejante barbaridad en ese momento. Es que de gustarme o preferir una cosa, a elegir otra muy opuesta, para cualquiera era una locura, pero ¡nadie dijo nada! Y las cosas se dieron y se dieron. Luego de un tiempo quise intentar con Lingüística en San Marcos, me faltó muy poco, pese a que en aquellos años no existían tantas universidades como ahora, y era algo difícil entrar. Y lo dejé en el intento, era como si ahora alguien quisiera comprarse un Ipod que cuesta 300 dólares y sólo tienes 100; si te decides, ahorras con un poco de sacrificio y disciplina o haces algo y en un par de meses o un poco más, lo compras, pero para eso tienes que fijar un objetivo, decidirte y ejecutar un plan para lograrlo, en este caso sería ahorrar. Algo así era la cosa en ese entonces, no me decidía porque no tenía ningún objetivo, no tenía ninguna aspiración de nada, todo era igual, los días pasaban y pasaban y lo peor es que nadie, absolutamente nadie se tomó unos minutos para ayudarme a encontrar el camino o para preguntarme qué quería o para ayudarme a encontrar lo que realmente me hubiese hecho feliz. Y todo siguió su curso, todo siguió y siguió y siguió…
Me pregunto cuantas personas habrán pasado por situaciones similares, cuantas personas y principalmente jóvenes son incapaces de encontrar su camino, de sentarse tranquilamente y descubrir sus sueños, de trazarse objetivos en base a esos sueños, de establecer un plan para alcanzarlos. Debemos ser muchos, tantos que posiblemente sea este uno de los motivos para que nuestro país esté como está ahora.
Me extendí demasiado, me fui por las ramas. En resumen y para concluir, es muy importante descubrirnos, soñar, y en base a ello hacer camino al andar.Finalmente, aún no me decido respecto al contenido de este “realmente modestísimo blog”.