Pequeño Saltamontes
Sitio personal para publicar algo sobre mi paso por este mundo
martes, mayo 07, 2013
VOLVIENDO
Quisiera tener audiencia, que a alguien le interesara lo que escribo, así que lo más probable es que vuelva a la carga "a ver qué pasa"; al fin y al cabo he intentado tantas cosas tantas veces sin resultados, que un "fracaso más qué importa".
Bueno, es todo, espero volver una vez por semana al menos, veremos qué sucede. Por lo pronto, sigo en las mismas, quizá algo peor, pero qué se le va a hacer, es la vida que me ha tocado vivir, y así seguiré por un rato más.
lunes, febrero 14, 2011
CATORCE DE FEBRERO

martes, enero 25, 2011
¿POR QUÉ SIEMPRE LA MISMA PIEDRA?

lunes, enero 10, 2011
QUIEN FUI, QUIEN SOY (Parte I)

Siempre me pasa lo mismo, cuando tengo algún problema emocional (casi siempre), tengo ganas de entrar acá y escribirlo todo, pero no sé porqué no siempre lo hago, porque pese a que definitivamente es algo que me ayuda, seguramente por pereza, desidia, apatía o quizá incluso vergüenza, no lo hago y dejo que pase y pase el tiempo.
Ahora, que no estoy ni bien ni mal emocionalmente, quiero recordar (me) con estas líneas quien fui, cómo es que me hice, y tal vez así dentro de algún tiempo, si vuelvo a leer esto, pueda hallar una explicación a lo que ahora soy y a las grandes dificultades que no dejo de tener en la vida.
Soy gay (homosexual), desde siempre (y ni acá lo he escrito hasta este momento, lo que puede significar el primer problema). Recuerdo que cuanto era un niño, inducía de alguna manera a los niños a mí alrededor a jugar lo que yo quería, me alucinaba una cuasi “chica policía”, por ejemplo. En esa época estaba muy de moda Los Ángeles de Charlie, y (ahorita me río), mientras jugábamos a malos y buenos, yo era de los buenos (las buenas), mientras todos jugaban pensándose el hombre nuclear o algo por el estilo, yo me alucinaba una de las tres chicas de Charlie. Era feliz con eso… y ellos seguro se daban cuenta, pero no lo decían, quizá por su inocencia de niños, quizá por miedo, quizá por extrañeza. Me da un escalofrío admitir que entre el grupo estaba siempre mi único hermano, menor que yo solo 1 año y meses. Estoy seguro que él sufría, él se molestaba, él estaba rabiando por dentro.
Y llegó la escuela primaria, y era el mejor de todos en notas, muy brillante, me iba bien en todo: matemática, lenguaje, etc. Tenía mucha facilidad desde muy niño para aprender y hacer todos los cursos escolares. Era la segunda mitad de los setentas, ufff, si, es que ya casi cumplo 40. Eso me hizo bastante popular entre ellos, es que socialmente, además, yo estaba algún escalón más arriba, porque era una escuelita en que la mayoría eran niños de condición muy humilde, y yo pese a que no era adinerado, la pasaba bastante bien con los sueldos de mis padres y un carrito que tenían entonces. Creo que conmigo sumaban dos o tres niños quienes tenían auto en casa, y eso era en ese entonces un privilegio. Y el tiempo siguió pasando y no dejé de ser “el ángel de Charlie”, ¡qué barbaridad! Y “Dios los crea y ellos se juntan” o algo así, porque en mi aula apareció otro Ángel de Charlie, claro que mucho menos popular que yo pero solo por el hecho de ser “más pobre” y menos brillante en las calificaciones. Y sí que hacíamos de las nuestras, hasta hubo romances, pero jamás entre él y yo, sino entre nosotros y otros niños del aula (muchos de ellos ahora me miran con recelo cuando nos cruzamos por las calles de la ciudad).
El tiempo fue pasando hasta que un día encontraron a mi “compañero” en actos bastante inapropiados con un buen grupo de niños, y yo no estuve por obra y gracia de Dios que nunca, nunca me desampara. Pobre de él, se le vino el mundo encima al pobre (yo como no estuve salí bien, librado), su padre lo castigó salvajemente, todo el colegio lo rió peor desde esa ocasión, en fin todo un escándalo que estoy convencido, marcó su vida por completo. Hasta ahora lo veo por ahí de vez en cuando y parece una persona “ida”, medio desentendida de la vida, muy, muy solo (creo que más que yo). Yo por mi parte, quizá por ser tan niño (tendríamos unos 9, 10, no más de 11), me desentendí del asunto y seguí haciendo mis fechorías por mi lado (no recuerdo si él volvió a las andadas conmigo, pero supongo que sí). Para muestra un botón: llegué a desnudarme y tener tocamientos súper calientes con dos niños (por separado claro está), aunque recuerdo que ellos no eran tan niños, porque a diferencia mía, en ese entonces ya tenían un poquito de vello púbico y unos penecitos fabulosos y excitantes, que hicieron quedar en ridículo al mío. Ahí terminó la primaria, yo seguí siendo el alumno brillante y muy popular, pero cada vez más gay creo…
Paralelamente en casa, ya mis papás se habían dado cuenta de muchas cosas, pobres de ellos, me imagino su sufrimiento y preocupación, es que era una situación tan rara y tan nueva para ellos, eran principios de los ochentas, en una sociedad tan conservadora como la provinciana del Perú… tengo remordimientos por haberles hecho pasar todo eso, no puedo evitarlo aunque estoy convencido que no era culpa mía. Lo siento tanto…
El problema más grave creo fue mi hermano, de hecho seguía sufriendo, y soportando comentarios y hechos que para un niño de su edad debieron significar toda una mole encima de sus hombros. Pienso que de alguna manera de odió y desde ahí por mucho tiempo, es que no era el hermano mayor que él hubiese deseado. Se empezó a construir un abismo entre los dos, un abismo que yo colaboré a acrecentar con mi posterior aislamiento y encierro personal.
Estoy seguro que si hubiese estado en otro ambiente o en otras circunstancias me hubiese convertido en una “loca total”, quizá hasta vestida de mujer y súper amanerado y todo eso. Felizmente eso no pasó. Pero luego llegó la secundaria, en otro colegio con características muy diferentes al anterior; ahora se trataba de un colegio en que la gran mayoría eran de un nivel socioeconómico mayor que el mío, además muy amigos porque venían casi todos de la misma escuela primaria, yo era casi como un desconocido y me encerré terriblemente en mi mismo, Dios mío, me aislamiento, que forma de encapsularse. Ahí empezó mi noche.
Para terminar por hoy, fui (y soy) feo, es decir, no agradable físicamente, entonces, eso colaboró a que las cosas fueran peor. Ya ustedes se imaginan.
Posiblemente a nadie le interese esta historia, pero como es mi blog, es casi seguro que la seguiré contando. Creo que me hace bien y quién sabe, encuentre así la receta o el antídoto a mi crónica enfermedad.jueves, noviembre 04, 2010
¿MÁS SOLO?

Me sucede una y otra vez, y me da tanta vergüenza confesarlo, escribirlo o decirlo: tengo un problema crónico con la bebida y no sé cómo manejarlo. Es triste para mí, porque ya estoy cerca a mis 40 y no entiendo el porqué se me va esto de las manos. No sé si soy alcohólico, pero lo voy a describir por si alguien alguna vez lee estoy quizá me pueda ayudar.
Lo que pasa es que me pongo a beber, y sigo, feliz, sin importarme que al día siguiente hay trabajo u obligaciones que cumplir; tampoco me importa gastar y endeudarme, incluso me pongo a invitar como si tuviese mucho dinero. Por si fuera poco, al día siguiente me levanto y quiero seguir y ¡sigo! Y así me la paso dos días, olvidándome de todo, porque “la vida es una sola carajo y hay que vivirla”… luego, al tercer día, viene ese sentimiento de culpa y vergüenza tan hondos y grandes e interminables. Así estoy ahorita, mal, sin querer mirar a los ojos a mi familia, avergonzado, con el pecho oprimido como si alguna mano me estuviera aplastando a la altura del corazón.
Y lo peor son las cosas que hago o digo mientras estoy en ese trance terrible: río, bromeo, hablo hasta por los codos, bailo, me confieso. Luego, ahora, cuando el trance está pasando, me siento tan arrepentido, con un sentimiento de culpa tan grande.
Debe haber una explicación psicológica a mi situación, quizá sea esta soledad que me tiene envuelto y totalmente preso de ella, le pertenezco a la soledad, será que el licor me permite escapar de su yugo, será que por el hecho de sentirme acompañado gracias al licor, es que pierdo los papeles, es que quiero seguir y seguir, porque es ahí donde puedo expresarme, conversar, sentirme oído, respetado, comprendido, por gente joven, bella, a la que busco para me acompañen en mi trance.
No me importa nada, no pienso en nada en ese momento, solo seguir, seguir y seguir. Y luego pueden pasar semanas e incluso meses sin que vuelva al licor, pero el hecho es que cuando vuelvo, me importa un gran carajo todo y hago, por lo general, las peores cosas y de las que me tengo que arrepentir siempre.
Como quisiera tener la grandeza de carácter y espíritu para saber controlarme, cómo quisiera, pero no, me domina, es más fuerte que yo. Ya muchas veces he pasado por esto, muchas veces he pensado luego del trance, y muchas veces me decido, hasta ensayo cómo voy a hacer las cosas cuando llegue el momento, para no caer, para no volver; pero los ensayos son inútiles, siempre cometo el mismo y el mismo error. ¿Cómo arreglo mi vida?sábado, octubre 23, 2010
PROCURO OLVIDARTE

sábado, octubre 16, 2010
ANGUSTIA
